COMPARTIENDO HISTORIAS DE VIDA DE GRANDEZA HUMANA
Conocí a Rosemary hace cincuenta años, cuando llegué a la bellísima ciudad de Edimburgo con una beca del Consejo Británico para especializarme en psicología infantil y terapias de juego. Gracias a la Dra. Sheena Maxwell, mi supervisora directa del Hospital Real para niños enfermos, conseguí alojarme en la milla Real Royal Mile en un edificio histórico bellísimo que se destinó para estudiantes postgraduados y allí Rosemary que estudiaba Biología y hacia su Doctorado compartía dicho edificio.
A Rosemary siempre le interesó América Latina y compartimos muchas horas de extensas conversaciones, que luego, incluyeron a Joanna Bradley, su mamá; una señora muy viajera y de las pocas mujeres graduadas en Oxford.
Es así que Rosemary, hija de un famoso geólogo, visita el Perú con su mamá y fueron mis invitadas. Posteriormente Rosemary viene a Colombia, Cali, donde trabaja para el Centro famoso y yo la visito allí sin saber que luego estaría yo viviendo en Bogotá al ser contratada por UNICEF.
Cuál no sería mi sorpresa cuando después de algunos años de silencio en las comunicaciones, Rosemary me indica que había estado en Brasil y que iría a Costa Rica; en la cual adquiere una finca y da inicio a un trabajo, con un extraordinario compromiso social como el que ella siempre ha tenido; de mejoramiento de las semillas y la tierra para el cultivo más rico y sostenido.

Resulta muy interesante como al compartir su historia de vida, se reafirma nuevamente; como en los primeros años de vida, se cimienta el sentido y misión de vida. Rosemary nos comparte “…Soy inglesa, de una familia científica. Mis 3 hermanos todos son científicos, mi papá fue profesor de Geología en la Universidad de Leicester. Era paleontólogo, especializado en micro fósiles, y su tema predilecto para discusiones en familia era el origen de la vida y su relación con el humanismo cristiano.
Mi mamá estudió geografía en la Universidad de Oxford, y después se especializó como bibliotecaria.
Como familia, viajábamos mucho por toda Europa, en nuestro Landrover y caravana, pintados de verde oscuro, como camuflaje. Íbamos especialmente a las localidades que interesaban a mi papá por sus fósiles. Nunca conocimos los lugares turísticos. Íbamos a los lugares más aislados y siempre con una excelente vista hacía las montañas. Caminábamos mucho en las montañas”.
Científicas mujeres inspiradoras mentoras.
“Mis papás decidieron que tenían que enviarnos a colegios privados, escogieron internados cuáqueros en la ciudad de York en Inglaterra. La educación de los cuáqueros nos inculcó un sentido de responsabilidad social muy fuerte, por lo menos en mi caso. Cuando llegué a la edad de 16, tenía que escoger 3 materias, y aunque realmente lo que me interesaba era estudiar idiomas, mi papá me presionó para que escogiera materias científicas. Sin embargo, no me convenció totalmente, y escogí química, biología y geografía como mis 3 materias de especialización; y el continente en que me especialicé en geografía regional fue América Latina. Así, creo, que se formó la base de mi futuro como viajera y científica en América Latina”.
Asimismo, se destaca la solidaridad e inspiración brindada por otras mujeres científicas… “Muy importante el papel de dos mujeres científicas que me guiaron y aconsejaron durante el desarrollo de mis estudios en microbiología. Ellas fueron primero, la Dra. Muriel Rhodes Roberts, especialista en bacteriología, y que fue una excelente profesional. Ella me entrenó en los detalles y la rigurosidad necesarios para trabajar con bacterias aisladas. Trabajé con bacterias aisladas de las raíces de una gramínea que crecía en las dunas en Gales, y mostré su capacidad de fijar nitrógeno biológicamente. Con esta primera experiencia con fijación de nitrógeno, me entusiasmé para trabajar el resto de mi vida sobre este maravilloso proceso, que permite a las plantas obtener nitrógeno del aire, y así evitar la necesidad de utilizar abono químico. Segundo, por fortuna, cuando estaba trabajando en mi tesis de PhD en Edimburgo, conocí a la Dra. Johanna Döbereiner, de Checoslovaquia, y después nacionalizada brasilera, donde trabajé en diferentes aspectos de fijación de nitrógeno en su laboratorio en Km 47 de EMPRAPA, cerca de Rio de Janeiro. Johanna era una persona carismática, con la habilidad de entusiasmar a científicos jóvenes. Era famosa por sus descubrimientos de bacterias fijadoras de nitrógeno en las raíces de maíz, caña de azúcar y otras gramíneas.
Cuando Johanna vino a visitar nuestro laboratorio del IBP (International Biological Programme) en Edimburgo en el año 1974, me enseñó como aislar estas bacterias de las raíces de plantas acuáticas en la laguna Loch Leven, unos 50km al norte de Edimburgo, donde yo estaba desarrollando mi trabajo de tesis”.
Uniendo ciencia y arte
“La belleza de las pequeñas bacterias nadando en forma de espiral bajo el microscopio de contraste de fase, fue lo que me convenció que sí, quería seguir siendo científica, siempre admirando y dejándome inspirar por las cualidades artísticas de la ciencia, y la importancia de la intuición. Me convencí que la investigación científica requiere rigurosidad en el proceso, pero para realizarla correctamente era necesario también tener cualidades, tales como intuición, capacidad de comunicación, apreciación de la belleza de la naturaleza, trabajo en equipo y servicio a la comunidad.
En mi experiencia, donde casi 100% de mis colegas científicos eran hombres, entendí que estas cualidades, que son particularmente, aunque obviamente no exclusivamente, femeninas, complementan las habilidades masculinas; por ejemplo, la de definir estrategias claras para llegar a un objetivo. Es decir, el lado derecho del cerebro, ligado a la intuición y la imaginación, y el lado izquierdo, que maneja la parte de lógica y racionalidad, son ambos igualmente importantes en el buen desarrollo de la investigación científica. Aprendí, como la incorporación de todas estas cualidades, ayuda en el desarrollo de proyectos científicos. En mi opinión, hace mucha falta que se les enseñe a las niñas a valorar la importancia de las habilidades femeninas en la ciencia, y que pueden ser muy buenas científicas, si aprenden a utilizar ambos lados del cerebro.
La Dra. Johanna me invitó a venir a Brasil a trabajar en el Instituto Nacional de Pesquisas da Amazônia (INPA), ubicado en Manaus. En abril 1976 hice mi primer viaje a América Latina. Trabajar en INPA fue una experiencia única, muy difícil al principio, pero a pesar de muchos desafíos, logré montar un laboratorio de microbiología del suelo que todavía, 40 años después, sigue funcionando, con algunos de los brasileros que trabajaron conmigo en aquel tiempo encargados.
Compromiso humano. Perspectiva social. Latinoamérica.
Allí aprendí las necesidades de los pequeños agricultores, que muchas veces son trasladados a lugares con suelos deficientes, y no reciben una adecuada asistencia técnica ni inversión para poder producir suficiente para sostener sus familias. Se invierte el dinero para el desarrollo agrícola en empresas grandes que tienen más poder político, y se olvidan de las necesidades de los pequeños productores. También vi la importancia de respetar y aprender de las tradiciones y cultura de los pueblos indígenas que habitan estas zonas.
Después de 5 años en la Amazonia brasilera, fui invitada a trabajar en CIAT (Centro Internacional de Agricultura Tropical) en Cali, Colombia como microbióloga del suelo en el programa de Pastos Tropicales, donde se recolectaron y evaluaron miles de ecotipos de plantas nativas de América Latina y África, con potencial para mejorar la dieta de animales bovinos, para la producción de carne y leche. Este proyecto tenía fuerte y amplio financiamiento y después de mi experiencia en Brasil, me incorporé en un equipo de científicos de muy buen nivel, para atender las necesidades de países tropicales de toda América latina, así conocí casi todos los países de América Latina y muchos de África.
Desarrolle inoculantes para leguminosas. Las leguminosas son una familia de plantas muy conocida, por ejemplo, el frijol y la soya pertenecen a esta familia, pero, aunque existen muchísimas leguminosas forrajeras tropicales aptas para el consumo animal, son relativamente poco conocidas.
Ninguna empresa multinacional está interesada en producir semillas de estas leguminosas, ya que son nativas, y no pueden ser patentadas. Por este motivo, aunque en términos técnicos el programa fue muy exitoso, en realidad, no lo fue, porque no se logró entregar las semillas de las leguminosas seleccionadas a los agricultores en suficiente cantidad y con la asesoría técnica necesaria. Consecuentemente no aprendieron a incorporarlas en sus potreros. En lugar de esto, se adoptó la tecnología de engordar los animales con alimentos hechos con base en maíz y soya importados, principalmente de los EEUU. Ahora, 40 años después, hay un inicio de interés en leguminosas forrajeras para su uso en lo que llaman “agricultura regenerativa”. Hay muchas leguminosas con un enorme potencial para sustituir el maíz y soya en las dietas de los animales.
Desafortunadamente las empresas multinacionales tienen intereses muy fuertes en continuar comercializando maíz y soya, y por lo tanto no les interesa promover las leguminosas forrajeras. También, las instituciones nacionales encargadas de la transferencia de tecnología agrícola a los agricultores en los diferentes países, son poco eficientes en esta tarea.
Costa Rica país elegido.
Después de 10 años trabajando en el CIAT, a la edad de 40 años, decidí cambiar totalmente el rumbo de mi vida, y venir a Costa Rica, con la intención de montar una empresa de producción de semillas e inoculantes para plantas forrajeras. Vine a Costa Rica al final del año 1989. Construí una casa, en un lugar muy rural y rodeado por la naturaleza. Monté una empresa para producir semillas de pastos y leguminosas con dos socios ticos. Después la cambiamos a una Fundación sin ánimo de lucro (www.prismafoundation.org), con el objetivo de ayudar a los pequeños agricultores a utilizar tecnología para agregar valor a sus productos, como por ejemplo semillas, chocolates, y alimentos para animales. La fundación también desarrolló una metodología llamada Diálogos Apreciativos, en colaboración con la especialista argentina Julieta Mazzola. Este método puede ser utilizado para ayudar a grupos de campesinos a tomar decisiones constructivas, e implementarlas, para elaborar proyectos económicos que beneficien a sus comunidades.
El chocolate (www.chocoprisma.com) es elaborado con el cacao producido por un grupo de indígenas de la Zona Sur de Costa Rica.
También, pude patentar un método para superar la dormancia en semillas de gramíneas forrajeras, y lo licencié a varias empresas en Brasil, EEUU y México, lo que nos generó recursos para seguir desarrollando nuevas tecnologías.
Desarrollamos un alimento saludable, muy exitoso comercialmente, especialmente para caballos, pero también para cabras, ganado bovino, conejos y ovejas. El alimento se elabora con base en una leguminosa (Stylosanthes) que llamamos “alfalfa tropical”, y sustituye el uso de maíz y soya importados. Además de ser más saludable, es ecológicamente mucho más sostenible, ya que se utiliza menos energía para producirlo, es perenne, y puede disminuir la siembra de soya, que contribuye a la destrucción de la selva amazónica. A través de los años, y con una inversión muy grande de nuestros propios ahorros, montamos una planta industrial y laboratorio de control de calidad en nuestra finca Santa Juana. Todo este trabajo tenía un gran potencial para crear empleo digno, y promover el desarrollo económico y bienestar de las comunidades rurales de Centroamérica y otras regiones similares. Sin embargo, para lograr economía de escala, necesitábamos una inversión mayor, y desafortunadamente esto no fue posible, aunque hicimos muchísimos esfuerzos por conseguirla.
Mirando al Futuro.
En 2021, tuvimos que cerrar nuestra planta de producción industrial, por falta de inversión.
Para no perder el esfuerzo de muchos años, estamos trabajando en conjunto con las Cámaras de Productores de Leche y Carne. Esperamos que, con el apoyo directo de los productores, se podrá conseguir el financiamiento necesario, y otros especialistas más jóvenes podrán llevar a cabo este valioso proyecto. Esta posibilidad que hemos demostrado, de poder utilizar la capacidad de esta maravillosa leguminosa tropical para fijar nitrógeno biológicamente y producir un alimento más sano y sostenible para los animales del mundo, sustituyendo la importación de la soya y el maíz, es algo que se debería aprovechar.
Agradezco la oportunidad que la vida me dio, y a las otras personas que han luchado conmigo para tratar de hacer realidad el sueño de poner la tecnología agrícola al servicio de los productores rurales de América Latina.
Corolario
Esta historia de la Dra. Rosemary Sylvester Bradley, es un ejemplo extraordinario de los esfuerzos de un liderazgo femenino en un mundo patriarcal y en las dificultades en campos de evidente justicia social totalmente mercantilizado por las grandes corporaciones o por la presencia de transgénicos.
Reitera asimismo el valor de los conocimientos de pueblos originarios pero subsumidos por instituciones burocráticas. Espero que quienes lean esta historia, puedan reflexionar sobre como apoyarnos con la solidaridad, creatividad y determinación de las mujeres. Así como en el campo científico Rosemary reconoce la mentoría de dos científicas, esperemos que para continuar su obra tengamos pronto una nueva generación continuando su legado.
Perú, 14 de setiembre de 2023.