COMPARTIENDO HISTORIAS DE VIDA DE GRANDEZA HUMANA

“Sepan que el cuerpo habla, escúchenlo. Y recuerden que todas las etapas de la vida son interesantes: atrévanse a descubrir la maravilla que esconde cada día.” María Fux.

María Fux, la creadora de la Danzaterapia, es bailarina y coreógrafa, desarrolló un estilo propio de «Danzaterapia», una metodología para la recuperación del equilibrio psicofísico y la expresión de personas con cualquier tipo de discapacidad. Muestra la relación de la música con nuestros cuerpos y sus movimientos.

Nació el 02 de enero de 1922 en Buenos Aires (Argentina) y ahora con 100 años sigue danzando. Tomó clases de danza clásica, actuó en diferentes espectáculos y fue convocada por los directores del Teatro Colón como bailarina solista en 1954 y 1960. Sus giras artísticas y pedagógicas la llevaron a viajar por gran cantidad de ciudades alrededor del mundo.

En sus Centros Creativos de Buenos Aires, Italia y España se capacitan docentes de distintas disciplinas para trabajar con la Danzaterapia con personas con Síndrome de Down, sordos o no videntes, sin límite de edad. Escribió su primer libro «Danza, una experiencia de vida» y luego otros seis libros referidos a la Danzaterapia. Ha recibido distinciones que reconocen su trayectoria y aporte a la cultura, como la Medalla del Bicentenario y el premio otorgado por el Fondo Nacional de las Artes en 2011.

Conocí a María Fux en el año 1988 cuando yo vivía en Chile y viajaba con frecuencia a Buenos Aires. En ese entonces coordinaba una investigación sobre Pobreza y desarrollo infantil en el Cono Sur (Chile, Argentina y Uruguay) busqué a mi maestra Patricia Stokoe y al no encontrarla me sugirieron conocer a María Fux, así fue como tomé unas clases en su centro en Buenos Aires y me encantó la libertad que se sentía en las sesiones.

La primera clase con María Fux me llevó a pensar persistentemente en el valor de la danza y movimiento y es así como sincronizadamente acababa de aparecer en mi vida la «Biodanza», por recomendación de una amiga terapista corporal y de mi hermano psiquiatra Dr. Roberto Llanos y amigo de Francisco Rivera (esposo de Silvia Montes) y de Silvia la persona que trajo la Biodanza al Perú.

La danza expresa la alegría, también los miedos, la rabia, la angustia, el dolor. Cada uno de esos estados son personajes que viven dentro nuestro y que pugnan por salir con la misma intensidad con que nos resistimos, a dejarlos aflorar o, tal vez, reconocerlos como propios.

Pasaron más de 25 años y volví en el 2015, allí estaba su nombre en pleno centro donde queda su casa estudio y oh sorpresa, la encontré activa como siempre y ahora en clases con una variedad de seres humanos tanto en edad como en las limitaciones físicas e intelectuales. En ese entonces ya María tenía 93 años. Yo estaba fascinada de la energía y vitalidad que inspiraba. Yo ya me había graduado en Biodanza y estaba en Buenos Aires para un Congreso de Psicodrama. La emoción de agradecimiento me embargaba.

María Fux siempre ha hecho hincapié en su trabajo creativo, con un método que logra cambios en la gente, a través del movimiento. Expresó y puso en práctica el estimular las potencialidades que todos tienen. Insistía en que ella no hablaba de curar, sino de cambiar. Y cualquiera el tipo o gravedad de un problema, siempre había algo que se podía modificar, el movimiento es solo un elemento clave, pero las personas deben estar predispuestas a un cambio (en su cuerpo, en su sentir, en su vida). A través del movimiento se generan cambios que no son sólo físicos, sino que involucran nuestro cuerpo interno, muchas veces aislado, ignorado, con miedos o problemas tanto sensoriales como psíquicos. A través de los estímulos que como artista María Fux ofrece se produce un reconocimiento y aceptación del cuerpo como protagonista de la vida.

Los participantes de las sesiones sentimos que uno se conecta con su cuerpo vivo, abandona toda rigidez y puede reconocerse a sí mismo, conectarse con la sensibilidad, tanto interna como externa. Siempre hay una búsqueda de una expresión personal única y creativa. Recuerdo la persistencia de indicar que ella no enseñaba, sino que era un puente de comunicación con su propia experiencia. Ella declaraba siempre vivir en una búsqueda permanente de cosas que resuenen en su cuerpo, porque todo pasa primero por el propio cuerpo. Para María no existe lo sano o lo enfermo, solo ver y sentir las «posibilidades» de personas con grandes dificultades en donde cada uno tiene su propio espacio y tiempo.

En mi reencuentro con María Fux en el año 2015 me focalicé en su trabajo integrador de seres humanos con diferentes dificultades y situaciones. Lo más impresionante era ver a las personas sordomudas. Ella explicaba que el primer acercamiento con el no oyente consiste en que ellos se den cuenta de que su cuerpo es un instrumento del lenguaje. Para ello utilizaba imágenes y líneas que sugerían ritmos diferentes y conectaban con movimientos, más allá de la presencia o no de un sonido. Utilizaba la geometría del movimiento. La línea representa lo que para nosotros la música, buscando en el ritmo y la forma la exploración creativa de su cuerpo que, sin conocer los sonidos, despliega el movimiento y la danza.

En Biodanza yo había tenido una experiencia única de trabajar con ciegos y ahora en las clases de María compartía con todo tipo de habilidades diferentes. Así aprendí acerca del color. Trabajaba con telas muy grandes y con diapositivas de colores.

El color, la línea y la forma son en sí mismos un lenguaje que ofrece un gran estímulo para mover el cuerpo. El estímulo visual aporta una gran ayuda para los sordos, permitiendo que adquieran y desarrollen capacidades rítmicas, calidades de movimiento, estructuras espaciales, además de sensaciones y aptitudes que expanden el mundo interno donde los miedos desaparecen. Los que no oyen tienen un silencio real, un silencio que le permite conectarse con una escucha diferente de su propia respiración, del ritmo de su sangre y del microcosmos sonoro que representa el propio cuerpo, con sus movimientos. Los no oyentes pueden danzar creativamente en el silencio, salir del aislamiento con el estímulo de sus propios ritmos internos, imágenes, sensaciones e ideas, además de estímulos visuales corpóreos y proyecciones.

María Fux nos compartía que para ella el silencio era básico para adentrarse en su mundo interior y sobretodo sentir e indicaba «Algo tienen en común el cuerpo y el silencio, y es que no pueden mentir».

También compartí los encuentros intergeneracionales, como persona mayor María con sus más de 90 años nos indicaba que muchos adultos llegan al movimiento luego de un largo camino de olvidos y desencuentros con su propio cuerpo, con una historia de sedentarismo, con posturas que los alejan de la flexibilidad natural. Con tensiones psíquicas, preconceptos y enormes miedos. La mayoría se cuestionan acerca del movimiento, sienten que han perdido toda posibilidad de expresión y movimiento.

Algunos vienen por alguna dolencia, afirmando que a su edad no podrán. María Fux siempre positiva y realista encuentra que el haber llegado a su estudio, marcaba un gran paso para salir del estancamiento o ignorancia de sus propias posibilidades. Ellos en esta etapa de sus vidas pueden integrarse a través del movimiento, explorando potencialidades que desconocían, que afloran mediante el estímulo musical, visual o a través de palabras motivadoras que ayudan a creer en sí mismos. Así aumentan las posibilidades, se produce una mejor aceptación del cuerpo maduro y los movimientos se conectan con una energía creadora, casi desconocida. Ella conduce a una mayor capacidad expresiva y creativa reconectando su mundo interno a través de la alegría y la aceptación del tiempo y su efecto en el cuerpo. Poco a poco se desarrolla la independencia y la confianza, y se producen extraordinarias transformaciones.

Al escribir esta reseña Maria Fux cumplió 100 años.

Sobre el personaje: María Ana Fux (1922 a la actualidad) Es bailarina, coreógrafa, escritora y danzaterapeuta argentina. Reconocida como desarrolladora de un sistema propio de danzaterapia, método que integra a personas con diferentes discapacidades: gente sorda, con síndrome de Down y con problemas físicos. Usa estímulos visuales para superar el aislamiento y promover la integración de todo el grupo. Es una figura con una importante trayectoria en Latinoamérica, Estados Unidos, Europa, Israel y Rusia. El presente año cumplió 100 años.

Perú, 18 de mayo del 2022.

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